martes, 7 de enero de 2014

En 32 años el poder de compra de los argentinos cayó el 60%

INFORME OFICIAL DE LA OIT Y DEL MINISTERIO DE TRABAJO
Hoy el salario medio es de $ 550. Para alcanzar el mismo poder adquisitivo que en 1970, año de inicio del estudio, debería estar en $ 1.375 pesos. Tras la devaluación se perdió un 25%.

Ismael Bermúdez


El poder de compra de los salarios de los trabajadores argentinos viene achicándose en los últimos 33 años en forma casi constante. La caída es tal que hoy el salario real medio es un 60% más bajo que el de 1970, de acuerdo a un estudio elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Ministerio de Trabajo.

Esto significa que para volver al poder de compra de 1970 el salario medio actual - del orden de los 550 pesos mensuales - debería subir un 150%, sin que se muevan los precios. Esto daría un salario promedio de 1.375 pesos. Y para alcanzar el "pico" de 1975, justo antes del "Rodrigazo", el salario medio debería ser de 1.570 pesos.

La investigación, de Emilia Roca y Juan Martín Moreno, puntualiza que "no deben ser muchos los países con las características de la Argentina que hayan convivido con experiencias de caídas del salario real de esta magnitud". Y remarcan que este deterioro del salario se produjo con la aplicación de distintas y divergentes políticas económicas. Así subrayan que el salario se deterioró en los 70 cuando se privilegió la sustitución de importaciones, como en los 90 cuando rigió el modelo típicamente liberal, aperturista y privatizador. El trabajo subraya que desde la crisis y devaluación de 2001 el salario real bajó un 25%.

A partir de 1970 el poder adquisitivo del salario tuvo el siguiente derrotero:


  • Hasta 1975 los salarios reales crecieron un 14%. En esos años, los salarios y el empleo subían o bajaban según la evolución positiva o negativa de la economía.

  • Con el "Rodrigazo" (junio de 1975) y luego con la dictadura militar en 1976 se produjo una brusca caída del salario real. Con el golpe militar, "en poco más de un mes el nivel del salario real bajó drásticamente en más de 40%".

  • Luego el salario se recuperó hasta 1980, pero volvió a caer con la crisis de 1981/82 y la devaluación del peso.

  • Con la restauración democrática (1983), el salario se recuperó, pero sin alcanzar los niveles de los 70", hasta 1985 cuando se puso en marcha el Plan Austral."

  • A partir de entonces los ingresos sufrieron una nueva caída hasta 1989/90 y pasaron a representar sólo un 50% de la capacidad de compra de 1970. "Este proceso de deterioro tuvo su causa más importante en el proceso hiperinflacionario de fines de 1980 y comienzos de 1990".

  • Con la convertibilidad, los salarios se movieron primero hacia arriba, pero no alcanzaron para recuperar lo perdido. Y luego volvieron a caer con la crisis del Tequila ( 1995) y la recesión que se inició en 1998.

  • A partir de la crisis de fines de 2001 y posterior devaluación, los salarios se redujeron nuevamente en un 25% aproximadamente. "En este marco, el gobierno instrumentó ajustes salariales a través de incrementos no remunerativos, convirtiéndolos paulatinamente en remunerativos, y también del salario mínimo. El objetivo es recomponer de manera pausada el poder de compra de los salarios".

  • En los últimos 12 años, el salario real tuvo altibajos pero siempre se mantuvo "en niveles entre un 60 y 70% inferiores a los de la década del 70".

  • "Este proceso se dio a la par del incremento del desempleo, los empleos precarios, inestables, de corta duración y sin protección social, que llevaron al avance de los niveles de pobreza e indigencia". 

  • http://edant.clarin.com/diario/2003/09/02/e-01701.htm

    El "Libro Azul" de EE.UU. contra Perón que no pudo evitar su victoria

    A 60 AÑOS DEL PRIMER TRIUNFO ELECTORAL DEL PERONISMO

    El "Libro Azul" de EE.UU. contra Perón que no pudo evitar su victoria

    En 1946, el Gobierno de EE.UU. había editado un libro con serias acusaciones. La dura disputa con el embajador generó la recordada consigna "Braden o Perón".

     

     

     

     

     

     

     

    Rogelio García Lupo.
    rglupo@clarin.com

    Las elecciones del 24 de febrero de 1946 se jugaron definitivamente el martes 12 de ese mismo mes, cuando fue proclamada la fórmula Perón-Quijano junto al Obelisco de Buenos Aires y el Gobierno de los Estados Unidos entregó en exclusividad a la agencia United Press el texto completo del "Blue Book on Argentina", para que lo difundiera en todo el mundo. Al día siguiente, miércoles 13, el diario La Prensa dedicó cinco páginas completas al documento, oficialmente titulado "Consulta entre las repúblicas americanas sobre la situación argentina".

    Popularmente conocido como "Libro Azul", el documento del Gobierno norteamericano fue buscado por miles de personas que, naturalmente, nunca lo encontrarían en las librerías, incluyendo a la misma Cancillería argentina, que se enteró de su agresivo contenido a través de la traducción publicada por La Prensa.

    El momento elegido para divulgar el "Libro Azul" no fue casual: mientras miles de personas rodeaban a Perón en la Plaza de la República, Washington lanzaba su bomba diplomática. Aunque el documento no fue entregado al embajador argentino en Washington, todos los diplomáticos latinoamericanos recibieron una copia encuadernada con tapas de color azul y con un total de 130 páginas.

    El promotor del "Libro Azul" había sido el ex embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden, quien después de su corta gestión en Buenos Aires ahora se desempeñaba como secretario adjunto del Departamento de Estado en Washington.

    La oportunidad fue anticipada por el mismo Perón quien, por su parte, replicó con la consigna que terminaría de darle la victoria: "O Braden, o Perón". Adelantándose en apenas unas horas a la difusión del "Libro Azul", Perón había afirmado que Braden se entrometió en los asuntos internos del país hasta extremos intolerables cuando expresó que "yo jamás sería presidente de los argentinos y que aquí, en nuestra patria, no podía existir ningún gobierno que se opusiese a los Estados Unidos".

    Braden había sido designado embajador en Buenos Aires en abril de 1945 por el presidente Franklin Delano Roosevelt, quien falleció poco después. En mayo ya se había hecho cargo de la Embajada, donde comenzó a imponerse la figura de su hombre de confianza, el misterioso español Gustavo Durán.

    La gestión de Braden concluyó en setiembre, cuando se precipitaba la crisis política que el 17 de octubre alcanzaría su máxima expresión con el retorno de Perón desde su arresto en la isla Martín García.

    Perón, entre tanto, respondió con una defensa prudente a las acusaciones del "Libro Azul", haciendo notar que los actos de colaboración con los nazis mencionados en su texto correspondían al gobierno del presidente conservador Ramón Castillo, aunque fueron presentados de forma de alcanzarlo también a él, buscando comprometerlo personalmente con el nazismo en vísperas de las elecciones presidenciales.

    Perón, sin embargo, también contaba con su propia bomba diplomática. Esta fue la revelación de que el "Libro Azul" había sido redactado por Durán, el secretario privado de Braden, quien arrastraba un pasado comunista en la guerra civil española.

    Durán había realizado viajes a Montevideo para buscar contactos con exiliados argentinos y mantenía una relación con el jefe comunista Vittorio Codovilla, a quien había conocido durante la Guerra Civil. También había estado a cargo de Durán, según la revelación de Perón, realizar colectas entre las compañías norteamericanas radicadas en nuestro país para atender a los gastos electorales de la coalición antiperonista.

    Este material era el verdadero riñón del "Libro Azul y Blanco", un panfleto también de 130 páginas firmado por Perón que rápidamente ganó las calles y que contiene docenas de airadas respuestas de personalidades políticas y del mundo económico argentino al "Libro Azul" norteamericano.

    El "Libro Azul y Blanco" fue un best seller de su tiempo, reforzado por la victoria de Perón el domingo 24 de febrero; impreso en papel de diario y con una sencilla portada se editaron más de 80.000 ejemplares, un éxito sólo posible por la ola que llevaba a Perón a la Casa Rosada.

    Durante mucho tiempo hubo dudas sobre la intervención del español Durán en la producción del "Libro Azul" y, además, tampoco era seguro que su prontuario político, como peligroso agente comunista fuera legítimo.

    Durán, que hizo carrera en el gobierno de Estados Unidos y más tarde en el escalafón de las Naciones Unidas, negó siempre haber sido comunista aunque admitió su participación en la Guerra Civil española y descalificó las páginas que Perón le había destinado en su "Libro Azul y Blanco". Pero muchos años después, Durán terminó admitiendo, en una carta enviada en 1961 al historiador inglés Hugh Thomas, que "en el 'Libro Azul' sobre Perón, también del gobierno de los Estados Unidos, en la preparación de cuyo borrador sí que tuve yo alguna participación".

    Más inesperada fue la confirmación indirecta de su actividad comunista en una carta de la escritora Victoria Ocampo a su enamorado, el escritor francés Roger Caillois publicada recién en 1997. La carta es de ese explosivo año 1945 y en ella la escritora le pregunta en confianza a Caillois qué debe hacer frente al acoso ideológico de Durán, quien pretendía reclutarla para el comunismo.

    La derrota de la coalición antiperonista el 24 de febrero sorprendió a muchos en todas partes, pero el más sorprendido fue Braden quien recién reaccionó públicamente un mes más tarde, en un ciclo de conferencias organizado por el diario The New York Times.

    Braden dijo en ese lugar que Estados Unidos no rompería relaciones con la Argentina a pesar de la victoria de Perón y recordó que si bien se había llegado en algún momento crítico a retirar de Buenos Aires al embajador norteamericano, "esa actitud no dio resultados y no veo por qué daría resultados ahora, pareceríamos tontos si lo hiciéramos".

    El "Libro Azul", que había comenzado siendo una consulta entre los gobiernos americanos para bloquear la llegada de Perón al poder, sólo mereció respuestas tardías y hasta irónicas, como la del Brasil, para quien el final de la Guerra, con la victoria de los aliados sobre el eje nazi-fascista, "hizo perder peligrosidad a las actividades del enemigo". Para el Brasil la elección del 24 de febrero "fue un libre y perfecto pronunciamiento popular".


    http://edant.clarin.com/diario/2006/02/24/elpais/p-02201.htm