viernes, 22 de mayo de 2015

Hay 13 lenguas en riesgo en el país y falta enseñanza bilingüe



Por Alfredo Dillon

Cuando a un argentino le preguntan qué idioma se habla en su país, la respuesta es una: castellano. Con frecuencia se pasa por alto que en el país se hablan otras 13 lenguas, todas ellas en peligro de extinción, según Unesco. Son lenguas que están desprestigiadas incluso para sus hablantes, que las consideran menos valiosas que el español. Y aunque la educación intercultural bilingüe (EIB) es obligatoria en las comunidades que no hablan castellano, los expertos dicen que falta avanzar en su aplicación.
El Atlas de las Lenguas en Peligro incluye a aquellas que se hablan en el Norte del país (la zona del Gran Chaco acumula varios idiomas) y en la Patagonia. Están en distintos estadíos: vulnerables (wichí y pilagá), amenazadas (toba, ava-guaraní, manjui, mocoví, quichua de Santiago del Estero), en riesgo severo (tapiete, mbya guaraní, mapuche y chorote) y en estado crítico (tehuelche y chaná). Si bien la mayoría son lenguas indígenas, algunas son habladas por “criollos”, como el guaraní en Corrientes o el quichua santiagueño. Esto dificulta medir cuántos hablantes suman estos idiomas: el Censo pregunta por la pertenencia étnica, pero no qué lengua se habla en el hogar.
“Argentina les ha dado la espalda históricamente a las lenguas indígenas –plantea la lingüista Ana María Borzone, investigadora del Conicet–. Las lenguas desaparecen porque no se les enseña a las comunidades a leer y escribir en su idioma en la escuela”. Aunque la EIB es obligatoria desde 2006, el avance es desparejo en las provincias; las escuelas interculturales bilingües son rurales y suelen estar en zonas muy pobres. En otros países como Paraguay, Perú y México, con poblaciones diferentes de la argentina, la educación bilingüe forma parte del sistema educativo desde los ochenta.
Según Unesco, la participación de los chicos en programas bilingües de calidad mejora el aprendizaje en su lengua materna, así como en castellano, en todas las materias. Y facilita que los padres participen de la vida escolar de sus hijos, aunque muchas veces son justamente los adultos quienes rechazan que sus hijos aprendan el idioma. “Les enseñan castellano a sus hijos para que no sufran la discriminación que ellos sufrieron, porque se trata de lenguas desprestigiadas, que durante años estuvieron prohibidas en las instituciones escolares”, explica Silvia Hirsch, antropóloga de la UNSAM.
En el Norte, algunos chicos llegan a la escuela sin saber castellano, sobre todo en las comunidades con un alto uso de su lengua, como los wichí, toba, mocoví, chorote (en el Gran Chaco) y mbya guaraní (en Misiones). Para estos chicos (monolingües en un idioma distinto del español) es fundamental que la escuela incorpore su lengua y tenga materiales didácticos bilingües. “Cuando la escuela toma la lengua de la comunidad, la legitima: indica que en esa lengua se pueden decir cosas importantes, no solo nombrar las cosas de la intimidad”, sostiene Carolina Gandulfo, investigadora del Instituto San José de Corrientes y la Universidad Nacional del Nordeste.
Aunque se avanzó en la formación docente en EIB y están egresando los primeros maestros especializados, “es clave promover la formación de docentes indígenas y que la interculturalidad permee los estudios de todos los docentes”, dice Adriana Serrudo, antropóloga especialista en EIB. “Las comunidades piden que se elaboren materiales y que las escuelas reconozcan a los maestros indígenas”, plantea Hirsch. Están en juego no solo 13 lenguas, sino 13 maneras de mirar el mundo que forman parte de la riqueza cultural del país.

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La brecha entre ricos y pobres, en su punto más alto

PARÍS.- La desigualdad entre ricos y pobres alcanzó niveles récord en la mayoría de los países desarrollados y es aún más alta en las economías emergentes, según un informe de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) divulgado ayer, que destaca en particular las diferencias entre hombres y mujeres.
Dentro de la OCDE, que agrupa a 34 países, el 10% de las personas más ricas tienen ahora ingresos 9,6 veces superiores a los del 10% de los más pobres. Esa proporción era de 7,1 veces en los años 80 y de 9,1 veces en los 2000, según el informe de la organización divulgado ayer.
Las desigualdades son aún más grandes en términos de patrimonio. "Hemos alcanzado un punto crítico. Las desigualdades en los países de la OCDE no fueron nunca tan altas desde que las medimos", declaró el secretario general de la organización, el mexicano Ángel Gurría, al presentar el informe en París junto con Marianne Thyssen, comisaria europea de Empleo.
Las desigualdades se agudizaron, en especial, después de la crisis global de 2008, cuando el ingreso medio global se redujo en un 11%, mientras que los ingresos más altos crecieron un 7%.
"Al no atacar el problema de las desigualdades, los gobiernos debilitan el tejido social de sus países y comprometen su crecimiento económico a largo plazo", agregó Gurría.
Se estima que el aumento de las desigualdades, entre 1985 y 2005, en los 19 países analizados redujo el crecimiento en 4,7 puntos de porcentaje acumulado entre 1990 y 2010.
Para reducir la desigualdad y estimular el crecimiento, la OCDE recomienda a los gobiernos que promuevan la igualdad entre hombres y mujeres en materia de empleo, que amplíen el acceso a empleos más estables y que alienten las inversiones en educación y formación a lo largo de toda la vida activa.
Entre 1995 y 2013, más de la mitad de los empleos creados en los países de la OCDE eran a tiempo parcial, temporales o concernían trabajadores independientes. Y más de la mitad de los empleos temporales estaban ocupados por personas de menos de 30 años.
En cuanto a las mujeres, sus probabilidades de obtener un empleo remunerado son un 16% inferiores a las de los hombres, y sus remuneraciones son un 15% inferiores a las de los varones.
Para la OCDE, las políticas que mejoren el trato de las mujeres en el mercado laboral son clave para reducir la desigualdad salarial y alentar más el crecimiento económico.
Las desigualdades en los países de la OCDE son más marcadas en Chile, México, Turquía, Estados Unidos e Israel, y menos en Dinamarca, Eslovenia, Eslovaquia y Noruega. Y son aún mayores en los grandes países emergentes, pero se están reduciendo en muchos de ellos, en particular en Brasil, señaló el informe.
El problema es particularmente agudo en Estados Unidos. Entre 2008 y 2013, el ingreso promedio del 10% que más gana subió un 10,6%, mientras que los ingresos del 10% que menos gana cayeron un 3,2%, según el informe de la OCDE.
Austria, Dinamarca y Francia también han tenido incrementos en los niveles más altos y descensos en los más bajos.
Chile es el país con mayor desigualdad salarial dentro de los países analizados en el informe. La diferencia de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre en 2013 era de 27 contra uno.
Si la desigualdad se calcula en función del coeficiente Gini -diseñado específicamente para medir las diferencias-, Chile es el país más desigual del llamado "club de los países ricos".
"Desde la mitad de los años 2000, la desigualdad ha descendido un punto porcentual en Chile. Aunque no se trata de una mejora despreciable, es insuficiente para sacar a Chile del grupo de países más desiguales de la OCDE", subrayó el informe de la organización.
Otros puntos que Chile debe vigilar, según el análisis de la OCDE, son la gran proporción de trabajadores con empleos "informales" (20% de la población) y la desigualdad de género, dado que las mujeres tienen 23% menos de posibilidades de trabajar que los hombres.
La organización destacó que las mejoras en Chile desde mitad de los años noventa hasta inicios del siglo XXI han sido menores que en otros Estados latinoamericanos, como Perú, México, Brasil y la Argentina.

La desigualdad, en cifras

9,6
Aumenta la brecha
El 10% de las personas más ricas tienen ahora ingresos 9,6 veces superiores a los del 10% de los más pobres. Es la diferencia más grande desde que hay medición de datos, hace 30 años. La proporción era de 7,1 veces en la década de 1980 y de 9,1 veces en los años 2000, según la OCDE.
15%
Diferencia salarial
Las diferencias salariales vinculadas al género son preocupantes. Según la OCDE, las probabilidades de las mujeres de obtener un empleo remunerado son un 16% inferiores a las de los hombres, y sus remuneraciones son en promedio un 15% inferiores. La OCDE recomienda eliminar esa desigualdad.
Agencias AFP, EFE y DPA y Reuters


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