miércoles, 5 de julio de 2017

Privacidad en Internet



MI HIJO ESTÁ SIENDO OBSERVADO (TODOS LO ESTAMOS...)
Por Daniel Yukich
Fue algo llamativo. Estuve buscando información en Internet para irme de vacaciones con mi familia. Realmente no fui muy preciso en la búsqueda. Fue como cuando soñamos despiertos. Tuve más imaginación en mi mente que los datos variables que le fui aportando al buscador. Simplemente hice unas consultas y ahí quedo, al menos para mí.
Cuando volvía usar el navegador de Internet la publicidad principal hacia foco en diferentes destinos turísticos como ofreciéndome concre­tar mis vacaciones ahí. También comencé a recibir mails de agencias de viaje y ofertas de sitios Web de turismo.
Cuando hago una búsqueda en Google (o en cualquier otro navega­dor), cuando compro on-line, cuando escribo o recibo un mail, cuando ingreso a mi perfil en Facebook, en general cuando interacciono con In­ternet pareciera que alguien está registrando toda mi información, mis gustos, mis preferencias. Y a partir de esta información almacenada me envían publicidad e información de tendencias en forma personalizada y también mediante mensajes subliminales. Información que realmente no he solicitado y que me genera interrogantes sobre la privacidad en la Web al tiempo de afectar mi experiencia como internauta.
Lo mismo sucedería si busco una escuela de fútbol para mis hijos o mi esposa quiere decorar la casa. Las propuestas comenzarían a lle­gar sin que nosotros lo hubiéramos solicitado formalmente. Por mail, en Facebook, con publicidad. Las propuestas apuntan a resolvernos la búsqueda. Y esto sucede rápidamente. Los sitios nos ayudan, nos dan un servicio como contraprestación de haber obtenido nuestros datos personales. La idea principal es que apuntan a mejorar nuestra expe­riencia en la Red dado que los contenidos se ajustan a la medida de nuestras necesidades. Lo que sucede realmente es que habiendo obte­nido nuestros datos personales, nuestros gustos y preferencias cuentan con información suficiente como para ofrecernos productos y servicios que se adaptan a nuestras necesidades. Al registrarnos, generalmente sin leer los términos y condiciones de los sitios, estamos avalando que tomen nuestros datos personales y nos ofrezcan información a nuestra medida.
Cada paso que damos en la Web, nuestras consultas en un busca­dor, subir una imagen, ver un video, interactuar con nuestra información en las redes sociales, robustecer nuestros perfiles, completar informa­ción en Facebook, tener actualizado el perfile en Linkedin, bajarnos una aplicación al teléfono, el idioma que hablamos, la información que completamos al suscribirnos en diferentes sitios y otros, van formando nuestro perfil en la Web.
El hecho de que nuestra información se esté almacenando y actuali­zando permanentemente genera ventajas altamente competitivas para quienes disponen y manipulan esta información. Cadenas de ventas es­tán cambiando el ofrecimiento de sus productos utilizando el marketing dirigido. Hoy en día se puede hacer un análisis segmentado en la web pudiendo determinar patrones de comportamiento en función a lo que se está escribiendo en las redes sociales. Por si no quedo del todo claro: existen programas que analizan los mensajes que las personas escriben y en función a esto describen comportamientos sociales. En general cuando nos registramos en un sitio estamos aportando información personal que escribimos según nos solicitan. Pero también aportamos otra información sin saberlo o en general sin concientizarnos que la estamos aportando. Y tiene que ver con el modelo de nuestra computadora, programas instalados y versiones, número de teléfono (si estamos conectados desde un dispositivo móvil), dirección IP desde donde estamos conectados e incluso información sobre nuestra ubica­ción física. Quien no sabía que esto estaba sucediendo puede sentir que le han robado esta información. Sin embargo la mayoría de los sitios informan sobre este procedimiento en los términos y condiciones al momento de solicitarnos los datos para la registración. Y en general es información que no leemos y simplemente hacemos clic en donde dice aceptar.
Hay quienes consideran que pensando contraseñas difíciles de des­cifrar e imaginar pueden resguardar su privacidad evitando que su vida digital quede almacenada en bases de datos. Lamentablemente esto no es así. Por un lado los sitios van almacenando información personal en sus bases de datos y por otro los buscadores generan pequeños archivos con nuestras búsquedas en donde va quedando el registro de todo lo que nos interesa. Y en futuras búsquedas estos archivos sirven para poder ofrecernos información de nuestro interés y no toda la in­formación obtenida producto de los ofrecimientos del universo web. Esto implica que los resultados de nuestras búsquedas son parciales y no totales (al menos los obtenidos como resultados principales).
La experiencia de navegar de esta manera infiere en que dos per­sonas que buscan lo mismo sobre el mismo buscador obtengan resulta­dos diferentes en función a lo que el motor de búsqueda suponga que queremos encontrar según nuestras preferencias. Esto va generando una burbuja a medida que no nos permite ver el todo sino una realidad cada vez mas parcializada en función a lo que queremos ver (con base solo en lo que nos muestran). Por ejemplo dos navegantes que busquen estadios de fútbol en capital federal pueden obtener deferentes resul­tados por ser uno de River Plate y el otro de Boca Juniors aunque no lo hubieran manifestado en la búsqueda.Tanta personalización puede dejar afuera información importante. Todas las personas tenemos derecho a todos los contenidos de los medios masivos. Y esta posibilidad que se abre en función a obtener solo lo que creo necesitar puede ser tendenciosa. En lugar de ver el todo y decidir estoy decidiendo sobre información que fue generada en función a los clic en ''me gusta" o a los condicionantes tomados como validos por Google.
Por otro lado la publicidad ofrecida por sitios gratuitos general­mente tiene que ver con modelos de negocios que permiten segmentar a los usuarios para ofrecerles únicamente lo que es de su interés. La tecnología permite la rápida recolección de datos de los usuarios para el posterior marketing dirigido y la potencialidad de Internet permite que el gran caudal de datos obtenidos se genere de forma casi natural.
En general los internautas no somos consientes de estas reglas del juego y permanentemente aportamos pistas sobre quienes somos. Por otro lado cuando nos registramos a un nuevo sitio nos informan sobre el tratamiento de nuestros datos pero no nos tomamos el tiempo de leerlo e interpretarlo y simplemente hacemos uso del sitio. Adicionalmente los sitios van cambiando los términos y condiciones con el correr del tiempo y generalmente los usuarios no son informados de estos cambios y por lo tanto no saben a ciencia cierta que sucede con los datos aportados. Sumando a esto la facilidad para compartir infor­mación genera un riesgo permanente sobre el uso y abuso de los datos que por otro lado el navegante considera mantener en privado. Esta situación deja al descubierto el desconocimiento que se tiene sobre la seguridad digital y los derechos reales con los que cuenta un navegante. La defensa de la privacidad es un problema social que debe ser tratado en su conjunto y no en forma individual. Es necesario que los gobiernos generen un marco regulatorio global para que la solución sea efectiva. No puede dar soluciones sostenibles una legislación por región siendo que Internet es una solución global que no tiene fronteras. Tenemos derecho a preservar nuestra privacidad tanto en el mundo físico como en el digital. Y mas allá de las distracciones de los navegantes no todas las empresas con presencia digital son igual de claras al momento de plasmar por escrito las reglas de juego dentro de sus sitios.
Navegar en un mundo a medida puede ser una trampa
Cuando navego por internet y leo que toda la publicidad ofrecida está relacionada con las búsquedas que hice en los últimos días me cuestiono sobre cuál fue la palabra clave que impulsó al motor del buscador a ofrecerme alternativas a mi medida. Si bien soy consciente que todos mis dispositivos han generado tamaña cantidad de infor­mación sobre mí y se han garantizado de enviarla a través de la Web esta situación me genera cierto temor porque es algo que realmente no puedo controlar. Las reglas de juego poco claras sobre cómo se ge­neran y como son utilizados los datos personales es un tema que me preocupa de sobremanera. Pero hay un tema fundamental que viene a consecuencia de lo anterior. Cada uno de los navegantes vamos creando una burbuja propietaria. Algo así como un mundo a medida. Y si bien esta situación pareciera a primera vista ser algo realmente confortable lo que realmente sucede es que empobrece la perspectiva. Ofrece solo lo que nos interesa ocultando la riqueza infinita y la variedad de cosas que existen en el mundo. Es como si solo supiera sumar y la web me ofreciera siempre procedimientos correctos y mejores prácticas para realizar sumas, pero nunca me enterara que existe la operación resta, la multiplicación o la división, entre otros ejemplos matemáticos.
Vivimos en un mundo paralelo con soluciones a nuestra medida. No tenemos posibilidad de cuestionar y tampoco sabemos realmente como funciona todo. El método no es cuestionado y tampoco es cues­tionado quien filtra para brindarnos el mundo perfecto a nuestra me­dida. Simplemente vamos usando y desechando herramientas que se nos presentan en el entorno digital mientras vamos dejando nuestros pequeños rastros.
Un periódico de hoyes una página web impresa. Pero cuidado. El perió­dico trae información que es general para todo el público lector. La opinión pública se va formando en función a que leemos el todo y vamos sacando conclusiones. La página web cada vez es más restrictiva porque en general nos muestra solo lo que queremos encontrar ocultando el todo.
La vida social ha cambiado. Las relaciones se vieron modificadas en función a los avances tecnológicos. De hecho viejas estructuras diseña­das para otros tiempos van a tener que ser modificadas y actualizadas a estos tiempos o verán surgir rápidamente otras que las suplan. Los par­tidos políticos o la forma de hacer política en general, los sindicatos y la escuela en todos sus niveles son interfaces que deben ser actualizadas.
Estamos en presencia de un gran cambio. El ecosistema estaba en equilibrio y nuevas especies fueron apareciendo. Si nos quedamos quie­tos nos comen. Entonces deberemos movernos rápido. Adaptándonos al nuevo ecosistema. Compartiendo nuestro lugar. Habiéndoles a chicos que pueden no entendernos porque nacieron con la tecnología misma. Con muchas pantallas o muchas ventanas dentro de la misma pantalla. Hasta la televisión ha cambiado. Y sin llegar a ser del todo interactiva se parece más a un video juego que al concepto clásico de televisión. O el diario físico que ha sido modificado para que el ojo humano vaya saltando como si estuviera recorriendo una página web dentro de la computadora.
Con el nacimiento de la Web también llegaron las estimaciones. Y a mediado de los años 90 éramos muchos los que pensábamos que la Web era un medio de comunicación más. Pero poco a poco sus carac­terísticas demostraron que no era así. De hecho la radio y la televisión cambiaron la vida cotidiana de las personas pero no de la misma forma que lo ha hecho la Web. La vida social fue modificada a partir del na­cimiento de la web. Pero hay algo más. Antes, a través de los medios de comunicación tradicionales todos veíamos o escuchábamos la mis­ma información. Esto significaba que todos teníamos a disposición la misma información al mismo tiempo. Pero a partir del nacimiento de las redes el consumo de información fue modificado. Ahora cada uno dispone de información en función a lo que le muestran. Porque no a todos nos llega la misma información. El consumo de información es ahora asincrónico y diversificado. Esto significa, entre otras cosas, que si estamos utilizando un buscador en la web y buscamos la frase "equipos de fútbol" vamos a obtener información diferente de la persona que tenemos al lado buscando la misma frase en un buscador web con su dispositivo. Y esto sucede porque ambos consumimos productos dife­rentes y tenemos gustos diferentes. Y el buscador lo sabe. Esto forma lo que comúnmente se llama "burbuja". Si, es una burbuja personalizada. Es mi burbuja y tiene solo el contenido de lo que necesito. De hecho el servicio que presta pareciera ser mejor porque se adapta a mis ne­cesidades. Pero lo que sucede realmente es que se pierde el concepto de lo masivo. El ver el todo. El analizar el concepto global tomando lo que considero oportuno o importante en ese momento. De la forma planteada, tan a medida, se pierde el concepto de la gran dimensión, de toda la información. Y solo cuento, como punto de partida, con in­formación que algo o alguien creyó conveniente para mí.
Si bien los medios actuales están evolucionando nadie puede preci­sar en forma cierta hacia donde están evolucionando. Hoy se habla de tendencias. Y esto tiene que ver con el análisis de la información que circula por la Web. Lo que busca gente. Los sitios de mayor interés. Las páginas más visitadas. El video más difundido. La palabra más buscada. Todos estos son ejemplos de tendencias o temas de interés del momen­to. Y van cambiando permanentemente.
Existen programas de computación que permiten analizar están tendencias. Tanto las más difundidas como las menos difundidas. Como ejemplo, un simple mensaje en Twitter puede ser generador de un po­tencial movimiento social si es captado y seguido por muchas personas. Pero también hay que ser realista sabiendo que existen tendencias di­gitadas. Con esto quiero ejemplificar que no siempre el video que tiene muchos "me gusta" puede ser el resultado de mucha gente a la que le gusta. Esto sucede porque hay modelos de negocio donde las empresas permiten que los usuarios paguen para lograr popularidad de sus conté- nidos. Y esto trae aparejado que la popularidad de un contenido no sea real sino que sea producto de una campaña estratégicamente armada y paga. Es en este momento donde tenemos que rever los conceptos tradicionales de las viejas teorías de la comunicación.
La Web nos ofrece servicios. Y nosotros los pagamos con nuestros datos personales y con nuestra atención dentro de cada sitio. Todos dis­putan nuestra permanencia. Hasta los sitios que originalmente nacieron con una concepción diferente.
En el modelo de negocio actual de Facebook es necesario que el usuario tenga sus datos actualizados, la mayor cantidad de contactos y el máximo tiempo de permanencia dentro del sitio. Por este motivo Facebook sabe muchísimo sobre cada usuario. No solo sus datos sino donde viaja o quiénes son sus amigos, entre otros.
El modelo de negocio de Google fue mutando. Antes el foco estaba plenamente orientado a que la búsqueda sea lo más rápida posible. De hecho podría analizarse que si luego de utilizar el buscador regresamos a la misma página a realizar otra búsqueda parecería que el buscador no resolvió correctamente lo que necesitábamos. Con el correr del tiempo el buscador fue trabajando más rápido y resolviendo las búsquedas de una forma casi personalizada. Pero esto trajo aparejado otro modelo de negocio que tiene que ver con la permanencia dentro del sitio. Para esto tuvo que trabajar en la generación de nuevos desarrollos o iniciativas tales como Gmail, calendario, fotos y otros, focalizados plenamente en la permanencia del visitante.
El negocio reside en nuestra permanencia dentro del sitio. Todos quieren que nos quedemos dentro. Cuanto más tiempo estamos más información generamos. Como si entregáramos nuestra información personal a cambio de servicios. Y es así de claro: pagamos con nuestros datos y nuestra atención. Y no todos somos consientes de este acuerdo.

1 Explicá a qué se refiere el autor cuando habla de “Modelo de negocios”. Explicalos.
2 El autor menciona que “Estamos en presencia de un gran cambio”. ¿A qué se refiere?
3 Explicá que sucede con la información que uno va a generando cuando navega por Internet. ¿De qué modo se utiliza esa información?